“E. T. The Extraterrial”, casi por sí solo, destruyó a la industria casi por completo. Incluso, la empresa Wal-Mart se vio obligada a desaparecer los cartuchos de Atari 2600 de dicho juego para evitar costos de almacenaje. Las ganancias estaban en números negativos, las empresas de papel de los empaques y manuales, las de manufactura y las distribuidoras quebraron incluso. Con ellas se fue también la industria, y antes de que se hundiera el barco, compañías como Activision y Namco, saltaron al agua y se dedicaron a otra cosa. Todo era un desastre, y no cualquier desastre, sino uno equivalente al 11 de septiembre o el hundimiento del Titanic.
Por suerte, el aislamiento de Japón y su mercado interno los mantuvieron aislados de la terrible catástrofe que ocurría del otro lado del Pacifico. Ellos vivían felizmente con otras tendencias y con otras prioridades, pero, Nintendo, al ver que el mercado occidental no era más que un agujero humeante en el suelo, decidió enviar material en forma de máquinas de Arcade (maquinitas, como las conocemos por acá) a Estados Unidos; el primero que enviaron no fue muy bien recibido, pero el segundo, por haberle hecho caso a uno de los becarios llamado Shigeru Miyamoto, tuvieron un gran éxito con un gorila que lanzaba barriles desde lo alto de una plataforma a un plomero saltarín.
Unos años después, llegó al mercado algo completamente nuevo para muchos: un Sistema de Entretenimiento de Nintendo. No es una consola de videojuegos, es un sistema de entretenimiento, ¿eh? No deben de confundirlo. Algo así se decía al presentarlo en Norteamérica. En este continente ya no se veía bien jugar con esas cosas; según las señoras, era algo de gente tonta. ¿Cómo evitar que pensaran eso? Después de la basura que se había llegado a vender, todos los adultos y analistas tecnológicos lo pensaban. Si no fuera por la calidad del aparato y del contenido, jamás se habría quitado parcialmente esa idea. El NES (por las siglas en inglés) se vendía con cuidado, pero fue ganando atención y terminó siendo muy vendido en poco tiempo, pero todos sabían que ahora, quien lo usara no era una persona común en la sociedad, era un bicho raro.
Algo tengo que aclarar, pero no es un error que he llegado a cometer: hasta ahora, estos impactos y cambios se vieron primordialmente en Estados Unidos y en Europa, países de primer mundo; el impacto en otras regiones, como México, fue distinto y mucho menos dramático, pero también es muy interesante. Será abordado el tema en algún punto en el futuro, para así poder entender cómo es que nosotros mismos vemos a esta clase de industria.
Erick Ricardo Ayala Reyes
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