martes, 23 de febrero de 2016

HIMYS o CCAT Spoilers con reseñas

Why don´t you try speaking in words, instead of your damn dirty lies!!
(¡¿Por qué no tratas de hablar con palabras, en vez de con tus malditas mentiras sucias?!*)

“Eres un fracaso. Fracasaste. Fracasas en todo. Fallas en el matrimonio. Fallas en la familia. Tus hijos son fracasados. Y eres gordo. No eres atractivo, nunca lo fuiste. Bueno, lo fuiste un poco, cuando eras un adolescente, pero después engordaste…”
-Bob Belcher a sí mismo. Bob’s Burgers, capítulo 1 “Human Flesh”, temporada 1, minuto 17:35.

Afrontémoslo de una buena maldita vez, Los Simpsons han dejado de ser graciosos… desde hace como diez temporadas. Ya, lo dije y de ninguna manera esta afirmación puede dar pie a un debate, es una verdad universal, aquel poseedor de un “corazón amarillento”, a estas alturas de la vida, haga el favor de retirarse. La sociedad consumista se encuentra en crisis, pues en este mismo momento se encuentra succionándonos a la fuerza, como si fuéramos teta seca de anciana; la buena programación, fuente de la invaluable animación sobre la familia disfuncional por excelencia de Estados Unidos (y amarilla, caray, obviamente iba a funcionar) ya no existe más (o pretendamos como que no). Encima, al haber visto más de tres veces todas las temporadas de Malcolm in the middle, ya hace falta un cambio de aires, una “cosa” bien hecha, para disipar la incertidumbre y la falta de creatividad en el mundo dentro de la caja chica. Se echa de menos algo más allá de Crayon Shin-chan, ese deje… como el de Bob’s Burgers. Pese a tener cinco breves años de existencia, Loren Bouchard (Lucy, la hija del diablo, Home Movies) ha renovado y reinventado lo ya desgastado con la fórmula de Matt Groening.


Pues todo bien, ya es hora de cambiar la vida del honorablísimo lector aquí presente y demostrar algo: la familia que se sigue haciendo “la chistosita” sigue atrayendo un público considerable y lo va a seguir haciendo mientras la animación madure, y explique que no sólo “las pirinolitas” (a las que alguna vez se les admiró corriendo en el parque como gente feliz, y ahora tienen en sus manos más tecnología de la que yo tendré jamás) pueden disfrutar de este o aquel programa de monitos con horario familiar. Y ustedes, ¿quién creen que hace trabajos como estos? Adultos, eso somos aunque seamos consumidores de caricaturas. A pesar de que éstas siguen teniendo un tema genérico y concluyente en cada episodio, su marca es la manera en que se les da determinada voz, la valoración de un buen trabajo y el efecto final, ya reluzca o quede en el olvido por siempre. Ese es el respetable resultado en este título, publicado gracias a la cadena Fox.


La variación hace el trabajo por la gente en búsqueda constante de una nueva perspectiva, de algo más que decir además del vulgar y de pésimo gusto de las animaciones de Seth MacFarlane, tales como Family Guy y American Dad. Al ver tan sólo un capítulo de los ejemplos dados, se puede encontrar al protagonista, un hombre blanco, el promedio norteamericano de los suburbios “pasándola” sin mayor problema; los típicos escenarios entre su trabajo, la escuela de los infantes ignorados por sus negligentes procreadores y pues lo que sea que la aburrida madre haga, a nadie le importa, es mujer. Sobre todo esos finales ya clásicos de toda serie, donde el protagonista o la persona con el problema tratado en el episodio se dedican a filosofar malamente y a decir lo buena que es la vida porque por ese día el malentendido se resolvió. Se puede afirmar que precisamente estos estereotipos terminan siendo en exceso cansinos, encima si le dan ese toque anglosajón tan quitado de pena y soso. Uno puede asociarlo fácilmente, al pensar en Derbez y su copia fiel con La Familia P. Luche, con la estresante y estúpida necesidad de hacer sentir mal a los integrantes de su propia familia, los chistes repetitivos al puro estilo de El chavo del ocho y las ganas de meter el humor de doble sentido hasta en el cereal. En todo sentido: apestan.


Ahora me siento un poco como el comerciante ambulante que pregona la cura milagrosa para las reumas y el mal de ojo. Bob’s Burgers no tiene la última fórmula infalible de la comedia perfecta. Por el contrario, es una serie a la deriva, ya que estuvo a nada de cancelarse pasada su primera temporada. Y actualmente va perdiendo público, no sería una sorpresa que la quinta temporada fuera la última, a pesar de ser una serie que está mejorando continuamente.
Desde la canción de apertura se puede oler el fracaso rotundo en el restaurante de hamburguesas en el que Bob, Linda, Tina, Gene y Louise Belcher trabajan y conviven como familia. El negocio no va tan bien como se puede pensar cuando uno junta hamburguesas con gringos, pero se puede llegar a fin de mes con los pocos clientes frecuentes, los pequeños golpes de buena suerte y los momentos amenos que los niños Belcher nos hacen pasar, con esa despreocupación infantil-adolescente y la apertura de sus padres a pasar casi todo el tiempo con ellos.

(No, no puedo explicarlo)
Por supuesto, no deja de ser una familia gringa viviendo problemas de primer mundo, pero el gran ingrediente y su respectivo toque de genialidad que este título brinda al televidente es la característica “normal” de todos. Los integrantes de este grupo reducido son completamente comunes y corrientes, no se le trata a nadie como si fuera un bicho raro o deficiente y poco querido dentro del ambiente familiar. Es ese bienestar, brindado casi por osmosis, lo que deja un buen sabor de boca. Especialmente desde la temporada dos, no sería sorprendente acabar un episodio con una sonrisa auténtica sellada en la boca. Si uno buscara destensarse por el día tan estresante que nos asola como rutina, la opción es sentarse y sólo ver buena televisión. Desafortunadamente Bob’s Burgers está disponible únicamente en la plataforma de Netflix para Estados Unidos, pero no es nada que internet no pueda resolver. Y un punto a favor (el único que he encontrado, sinceramente) es que el doblaje latino está en su mejor momento con esta serie, las voces son tan fieles a las originales y con una traducción respetable, que no hay excusa para no ver las aventuras del buen Bob, de su encantadora esposa y de sus adorables hijos.

10/10

Nadia B A
*No se leía tan genial en español

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