jueves, 4 de febrero de 2016

Divagaciones por la Geografía Metafísica: Paseo por el Limbo

Para comprender mejor la Friendzone es necesario descender a sus profundidades, de la misma manera que Dante Alighieri descendió al infierno; así que, si me lo permite, estimado lector, seré su guía a través de los distintos círculos de la Friendzone en este viaje por la Geografía Metafísica. En esta ocasión, hablaremos de aquellas almas desafortunadas que prefieren quedarse en la Friendzone que arriesgar su amistad. Aunque podríamos llamarlos cobardes, en realidad no todos los que se cuentan en este círculo merecen tal denominación, razón por la cual nos referiremos a ellos como: los amigos irremediables de la Friendzone.

Si alguna vez pensaron que la Friendzone es lo más parecido al infierno, no se equivocan; sin embargo, les sorprenderá saber que los amigos irremediables están aquí por voluntad. Ellos son los amigos que saben, o sencillamente asumen, que nunca tendrán oportunidad de ser más que un amigo para la persona que aman, y por eso optan por ni siquiera declarar su amor. Pueden ser amigos muy buenos y fieles, pero nunca serán completamente sinceros porque dejan que sus temores sean más grandes que sus anhelos. Estas almas desertoras, como escribió José Emilio Pacheco, son quienes se enamoran “sabiendo que todo está perdido y no hay ninguna esperanza”.

De la misma manera que las almas del limbo en La Divina Comedia, la pena de los amigos irremediables de la Friendzone consiste en “vivir con el deseo sin esperanza”. ¿Por qué alguien escogería vivir de esta forma? Aunque resulte difícil de entender, cada uno de ellos tiene sus razones, razones lo suficientemente intimidantes para que ellos prefieran vivir en la Friendzone sin haber sido rechazados propiamente, pero como si lo hubieran sido. Son los admiradores secretos por excelencia: conocen a su amado a la perfección, llegan a convertirse en sus confidentes e incluso llegan a auxiliarlos en sus proyectos amorosos, aunque por dentro sientan que se están muriendo.

Estos amigos desesperanzados llegan a ser tan buenos actores que podrían merecer el Oscar más que Leonardo DiCaprio. No sólo son buenísimos para reprimir su amor, sino que llegan a ser capaces de ayudar altruistamente a sus rivales amorosos, como si creyeran que entre mejor disimulen más merecerán el cielo. ¿Hasta dónde pueden llegar con su hipocresía? No podemos juzgarlos como buenos o malos, pero sería oportuno preguntarnos si una amistad fundada en mentiras es realmente amistad. 

Probablemente, la mayoría de las personas han estado en el limbo de la Friendzone en algún momento de su vida. Enamorados de su mejor amigo o amiga, temen que confesando su amor pierdan a esa persona especial para siempre así que prefieren callar lo que sienten, aunque eso les duela en ocasiones, o los mantenga eternamente insatisfechos. Podemos verlo como una forma de sacrificio: negarse a sí mismos por algo que consideran más trascendente, más importante aún que el amor, es decir, su amistad.  Sólo bajo este precepto, los refugiados son aceptados en la Friendzone: para que tengan un lugar donde guardar esos sueños que nunca cumplirán.



Ana Laura Bravo

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