El siguiente caso del que se hablará en esta entrada es una
de las más claras representaciones de la perversión humana. Un sádico por
excelencia, este personaje fue conocido en su época como “Barba Azul” o “El
Mariscal de las Tinieblas”; por supuesto que a quien se hace referencia con
estos títulos a Gilles de Laval, barón de Rais.
A sus 20 años de edad, Gilles era ya un joven de atractiva
elegancia y considerable belleza, que ostentaba además una excelente formación
intelectual y militar, hecho que lo llevó a pelear junto a Juana de Arco como
primer teniente a favor de su amigo el rey Carlos VII. Fue tal su desempeño en
combate durante las diversas batallas de la época que le fue dotado el título
de Mariscal de Francia.
No obstante, tanto su fortuna como su cordura se vendrían
abajo tras la captura de su protegida Juana de Arco –a quien además idolatraba
en secreto. El joven barón hizo lo posible por salvarla con obsesiva
obstinación, pero sus intentos resultaron infructuosos, pues Juana acabó
quemada en la hoguera. Esto lo llevó a su propio encierro en su castillo de
Tiffauges, privándose de todo contacto con cualquier otra mujer, dejando atrás
a su propia familia. Fue entonces cuando inició su extravagante carrera de
crímenes y abominaciones en contra de la Iglesia, pues trataba de desafiarla de
este modo por haber permitido que Juana fuese torturada.
La depravación no conoció límite alguno con Gilles de Rais, quien,
después de despilfarrar sus riquezas y abandonar su afición por la alquimia, fue
rumoreado de haber hecho pactos con Satán. Historiadores opinan que su primer
crimen fue cometido para negociar sus favores con el Demonio; pero tras haber
acabado con su víctima -mediante atrocidades tan despreciables que, por consideración a los lectores sensibles, serán dejadas sin mencionar-, lo único que consiguió fue el descubrimiento de su
pasión secreta: la tortura, la violación y el asesinato de niños. Este
personaje presumía una malsana predilección por niños y adolescentes, a tal
punto que se le atribuyó la muerte de 200 inocentes –si no es que más.
Fue en el verano de 1438 que comenzaron a desaparecer
algunos muchachos de la misma ciudad de Nantes y pueblos a los alrededores.
Tras las numerosas desapariciones, las sospechas poco a poco fueron apuntando
al barón, pero nadie se atrevía a acusarle. Dos años más tarde, estos rumores
llegaron a oídos del duque de Bretaña, quien ordenó abrir la investigación
sobre los secuestros y la posible implicación de Gilles. El terrible ‘Barba Azul’ fue detenido el 13 de
septiembre por un grupo de soldados que hallaron en su propiedad los cuerpos
destazados de 50 adolescentes; y al amanecer del 26 de octubre, fue llevado a
un descampado –junto con dos de sus más destacados cómplices– para ser ahorcado
y quemado en la hoguera. Lo que ironizó a tan cruel asesino serial fue que, en
el patíbulo, Gilles de Rais manifestó su arrepentimiento públicamente y expresó
disculpas a los padres de los jóvenes asesinados, aferrándose desesperadamente
a su fe cristiana hasta su muerte. ¿Podría alguien tan vil recibir perdón?
Por: Marissa Sigala A.
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