Haciendo burbujas de amor por dondequiera
Seguramente son pocos quienes no identifiquen esa
frase, la cual fue extraída de alguna de las muchas canciones que hablan de
amor; sin embargo, ésta habla de un amor más pasional de lo esperado. De
cualquier modo, en esta ocasión no pretendo hablar de la canción, ni de lo que
su letra dice, sino más bien, haciendo un especial digno de lo que este día amerita.
Abordaré el nuevo tipo de amor, el que, más allá de una relación de pareja,
pareciera una relación con la sociedad virtual misma; ese amor en el que, para
poder sentirlo, es necesaria la aprobación de la nueva inquisición; ese amor
que derriba las barreras de la distancia y en el que se da un voto de confianza
aún mayor.
Desde
la antigüedad, en la época de los griegos, se tenía claro que el amor era algo,
en absoluto, independiente de los humanos; se sabía que se tenía adherido a la
piel y que podía causar muchos problemas y muchos placeres; mas nunca se ha
podido definir del todo, y eso no es lo que se pretende en esta ocasión. En la
actualidad se sigue buscando el amor con un ímpetu incansable, aunque cabe
preguntarse si el amor puede buscarse, asimismo, eso no nos compete. Las
herramientas que en nuestros días han sido desarrolladas sirven como medio para
conocer más personas y, posiblemente, a esa media naranja perfecta, de la que
tanto se habla en las películas “hollywoodenses”. Entonces, lo que sí compete
preguntarse después de ello es si es pertinente valerse de esas herramientas,
cuando el conocimiento de la otra persona consiste en algo más complicado que
una simple conversación, cuando no se sabe si se es farsante o si se es
demasiado ingenuo, cuando no se sabe, siquiera, si uno mismo se encuentra en
condiciones de amar.
Si bien, es cierto que la superficialidad
que ha generado el cine comercial, los comerciales y nuestra propia ideología,
debe ser erradicada; también lo es el hecho de que no se puede conocer a
alguien del todo con una conversación virtual. En las conversaciones en físico,
las personas pueden valerse de su intuición, del lenguaje corporal, del tono de
voz… en fin, de valiosos recursos que nos llevan al conocimiento de la otra
persona; pero, cuando se trata de una conversación virtual, aun tratándose de
una video-llamada, ¿cómo es posible confiar en que la otra persona no está
ocultando ciertos rasgos de su personalidad? Claro que el engaño no se limita,
solamente, al entorno virtual; en ocasiones, la gente engaña sólo porque sí,
sin embargo, la virtualidad siempre está cargada, como un arma de doble filo. Ahora,
apelando a aquellas mentes un tanto más cientificistas, se dice que el amor es
un conjunto de reacciones químicas en el cerebro, reacciones que se activan con
las hormonas, el olor de la otra persona; entonces, si el contacto físico no
está de por medio, ¿el enamoramiento es causado por una máquina?, ¿o es acaso
que se trata de un amor más puro, de un amor trascendental, de un amor poco carnal:
El Amor?
El Amor… éste es expuesto en todo su
esplendor en Catfish, uno de los pocos reallity-shows de los cuales gusto de
ver; aquí, en ocasiones el amor resulta nefasto, en otras, persiste. Pero, ¿qué
sucede con las relaciones que ya están establecidas, que existen sin límites de
distancia y que, siguiendo la anterior premisa, podrían resultar, inclusive,
falsas? Pues, en un acuerdo tácito social, que ha sido establecido en gran
medida por Facebook, se mantiene el siguiente orden: se conocen, hablan, hablan
por las redes sociales, hablan por celular, se establece la relación y la gran
hazaña debe postearse al conocimiento del mundo. Si la publicación de una
relación antes se limitaba a los amigos más cercanos y a mantenerla oculta del
resto del mundo para evitar los compromisos sociales, ahora resulta evidente
que esto no es un problema, sino que el problema resulta cuando esa relación no
es publicada. Cuando esto sucede, pareciera que en realidad no se tiene nada,
que se pretende esconder ante los ojos del mundo y, por ende, resulta algo
clandestino y malo. La catástrofe viene cuando se presiona a alguna parte de la
pareja, es presionada hasta el quiebre; y esto debido al quebrantamiento de ese
acuerdo tácito social.
A lo
que se podría llegar con todo esto, no es sino al hecho de que la sociedad es
la que dictamina el amor, el modo en que se ama; sin embargo, aún no queda del
todo claro si entonces El Amor es un producto social como tal, o se trata de un
organismo propio, posiblemente sólo se debe a la capacidad de reproducción,
aunque cada una de estas teorías tiene otras que las derrumban por completo.
Nunca se está exento de la farsa, por otra parte, sin embargo, es decisión de
cada uno el riesgo que está dispuesto a seguir por este desconocido tan ajeno y
tan inherente al humano, como lo es el amor.
Adriana G L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario