domingo, 14 de febrero de 2016

La mente del pez dorado

Haciendo burbujas de amor por dondequiera

Seguramente son pocos quienes no identifiquen esa frase, la cual fue extraída de alguna de las muchas canciones que hablan de amor; sin embargo, ésta habla de un amor más pasional de lo esperado. De cualquier modo, en esta ocasión no pretendo hablar de la canción, ni de lo que su letra dice, sino más bien, haciendo un especial digno de lo que este día amerita. Abordaré el nuevo tipo de amor, el que, más allá de una relación de pareja, pareciera una relación con la sociedad virtual misma; ese amor en el que, para poder sentirlo, es necesaria la aprobación de la nueva inquisición; ese amor que derriba las barreras de la distancia y en el que se da un voto de confianza aún mayor.

            Desde la antigüedad, en la época de los griegos, se tenía claro que el amor era algo, en absoluto, independiente de los humanos; se sabía que se tenía adherido a la piel y que podía causar muchos problemas y muchos placeres; mas nunca se ha podido definir del todo, y eso no es lo que se pretende en esta ocasión. En la actualidad se sigue buscando el amor con un ímpetu incansable, aunque cabe preguntarse si el amor puede buscarse, asimismo, eso no nos compete. Las herramientas que en nuestros días han sido desarrolladas sirven como medio para conocer más personas y, posiblemente, a esa media naranja perfecta, de la que tanto se habla en las películas “hollywoodenses”. Entonces, lo que sí compete preguntarse después de ello es si es pertinente valerse de esas herramientas, cuando el conocimiento de la otra persona consiste en algo más complicado que una simple conversación, cuando no se sabe si se es farsante o si se es demasiado ingenuo, cuando no se sabe, siquiera, si uno mismo se encuentra en condiciones de amar.

Si bien, es cierto que la superficialidad que ha generado el cine comercial, los comerciales y nuestra propia ideología, debe ser erradicada; también lo es el hecho de que no se puede conocer a alguien del todo con una conversación virtual. En las conversaciones en físico, las personas pueden valerse de su intuición, del lenguaje corporal, del tono de voz… en fin, de valiosos recursos que nos llevan al conocimiento de la otra persona; pero, cuando se trata de una conversación virtual, aun tratándose de una video-llamada, ¿cómo es posible confiar en que la otra persona no está ocultando ciertos rasgos de su personalidad? Claro que el engaño no se limita, solamente, al entorno virtual; en ocasiones, la gente engaña sólo porque sí, sin embargo, la virtualidad siempre está cargada, como un arma de doble filo. Ahora, apelando a aquellas mentes un tanto más cientificistas, se dice que el amor es un conjunto de reacciones químicas en el cerebro, reacciones que se activan con las hormonas, el olor de la otra persona; entonces, si el contacto físico no está de por medio, ¿el enamoramiento es causado por una máquina?, ¿o es acaso que se trata de un amor más puro, de un amor trascendental, de un amor poco carnal: El Amor?

El Amor… éste es expuesto en todo su esplendor en Catfish, uno de los pocos reallity-shows de los cuales gusto de ver; aquí, en ocasiones el amor resulta nefasto, en otras, persiste. Pero, ¿qué sucede con las relaciones que ya están establecidas, que existen sin límites de distancia y que, siguiendo la anterior premisa, podrían resultar, inclusive, falsas? Pues, en un acuerdo tácito social, que ha sido establecido en gran medida por Facebook, se mantiene el siguiente orden: se conocen, hablan, hablan por las redes sociales, hablan por celular, se establece la relación y la gran hazaña debe postearse al conocimiento del mundo. Si la publicación de una relación antes se limitaba a los amigos más cercanos y a mantenerla oculta del resto del mundo para evitar los compromisos sociales, ahora resulta evidente que esto no es un problema, sino que el problema resulta cuando esa relación no es publicada. Cuando esto sucede, pareciera que en realidad no se tiene nada, que se pretende esconder ante los ojos del mundo y, por ende, resulta algo clandestino y malo. La catástrofe viene cuando se presiona a alguna parte de la pareja, es presionada hasta el quiebre; y esto debido al quebrantamiento de ese acuerdo tácito social.


            A lo que se podría llegar con todo esto, no es sino al hecho de que la sociedad es la que dictamina el amor, el modo en que se ama; sin embargo, aún no queda del todo claro si entonces El Amor es un producto social como tal, o se trata de un organismo propio, posiblemente sólo se debe a la capacidad de reproducción, aunque cada una de estas teorías tiene otras que las derrumban por completo. Nunca se está exento de la farsa, por otra parte, sin embargo, es decisión de cada uno el riesgo que está dispuesto a seguir por este desconocido tan ajeno y tan inherente al humano, como lo es el amor.

Adriana G L.

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