No hay tal cosa como el amor verdadero en su estado más puro
"Mira, yo no sé qué hubiera pasado, ni sé dónde estaríamos. Pero hoy estamos aquí y somos dos personas distintas que queremos cosas distintas (...). Yo no te quiero lastimar, yo no creo que tengamos otra chance. Yo ya no estoy ahí".
Dejando a un lado por
un momento a las series que han emanado de Netflix, en esta ocasión leemos
sobre un título que irónicamente nos regresa a la antigua usanza de los programas
de televisión, o séase tener un horario específico para aplastarnos frente a la
caja estúpida. La programación de Canal Once.
Se sabe que ésta brinda un contenido absolutamente distinto al de cadenas populares
de televisión mexicana (cofTelevisacof) y pretende atraer al público para un
título como Alguien más, la serie mexicana
que en 2013 ocupó varios hogares.
Escrita y producida por
Constanza Novick (Soy tu fan) y co-producida
por Gael García Bernal y Diego Luna, Alguien
más llega a ser un parteaguas, para causar innovación en la TV de la
sociedad posmoderna de México. La historia gira en torno a un arquitecto
treintón llamado Arturo Meyer (Arturo Álvarez Rebeil). Este protagonista
masculino se sale del personaje del hombre de novela: el valiente, el
dispuesto, "el macho"; es un tipo que tropieza con el fatídico error
de enamorarse perdidamente de una mujer como Irene (Ana Serradilla), una persona
inestable que eventualmente se aburre de su relación y tiene la ocurrencia de
botarlo por un “one-night-stand” en una celebración de Año Nuevo con amigos de
ella, y además tras dar el paso de vivir juntos hasta el lejano Londres. Arturo
se regresa a México y se deprime profundamente por varios años y acude a su
mejor amiga, Sofía (Edwarda Gurrola), desarrollando a su lado una relación muy
sencilla y amena. Sin embargo, cuando Irene vuelve y se fija en Meyer una vez
más, ¿cómo van a reaccionar él y su amiga?
Viéndolo desde una
perspectiva general, 13 capítulos no pueden resumirse en un triángulo amoroso y
problemas de un chavo ruco; sino en preocupaciones cotidianas que aluden al
adulto moderno. Constantemente se maneja esta diferencia entre la perspectiva
grupal y personal, así como las reacciones que hacen ruido en el hombre en el
que se concentran. La relevancia del título es enorme en el tema del progreso
social y el cambio que en la misma población ha hecho una implosión. Meyer es
testigo de que sus amigos están siguiendo con la vida: se casan, tienen hijos,
trabajan en sus propios proyectos y progresan en sus relaciones amorosas como
adultos. La preocupación constante a llegar a un lugar o a ninguno en
particular. Esto es algo que Pasión y
Poder (o cualquier telenovela de cuarta) jamás se habría planteado, bajo
todo ese argumento débil y predecible.
A pesar de ello, Alguien más no es ningún Master of None. Los meollos amorosos dan
lugar a ciertos clichés como las relaciones enfermizas y la banalidad en los acostones
casuales. Se desvalora la opinión de ciertos personajes (en su mayoría
femeninos) para exaltar esta dimensión heroica y mesiánica del protagonista, y
simplemente hay momentos en que se piensa y se vuelve a pensar la actitud y
decisiones de éste. La finalización de la serie no causa ninguna incertidumbre,
aunque sí un reproche hacia la producción de más proyectos que siguen
apostándolo todo frente a un público que consume como enfermo obras mucho más
sencillas. La prórroga de la segunda temporada fue una decepción, pero algo esperado
por completo.
Finalmente, Alguien
más surge como la necesidad de innovación en la televisión Mexicana. Ya saben
que el público se ha cansado de consumir diez mil horas de los mismos programas
de Chespirito, Derbez y todas las novelas de pobres buenos y ricos malos. La
población hipster, millennial y agringada llega y consume también. El tiempo
dirá si Club de cuervos, Soy tu fan y
esta serie va a satisfacer al receptor consumista pero crítico también.
9/10
Nadia B A
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