En el primer semestre de la carrera vino a dar una
conferencia una argentina sobre cinematografía. Ni si quiera recuerdo muy bien
de qué se trataba, pero en mi mente quedó muy gravado lo que dijo sobre como el
cine es un arte conformado de más artes. Después yo, como desarrollador de
juegos muy, muy, pero muy aficionado, pregunté que cuando un conjunto de disciplinas
se convierte en una sola. La respuesta fue que eso ocurría cuando el resultado
de tal suma tenía una identidad propia, cuando era una mezcla por completo homogénea.
Los juegos como arte es un tema muy controvertido. Todos
amamos a los libros, y no dudamos de su “artesidad”, pero la literatura también
es el conjunto de otras disciplinas y técnicas. El humano es el conjunto de
muchas cosas, pero, ¿en qué momento dejamos de ser un conjunto de células y
somos humanos? Tenemos identidad propia. Pensamos y por eso existimos. Los que
desarrollan videojuegos no solo juntan la programación con la economía, también
la literatura, la música, la filosofía, la física, la química, la arquitectura.
Lo que se obtiene al final no es un conjunto de todo eso, sino un juego.
Hay premiaciones en esta industria similares a los que hay
en la cinematografía. Ahí se toman en cuenta los aspectos técnicos, narrativos,
musicales y populares, pero al final se premia al que logró satisfacer todos
los aspectos. Y, al igual que en el cine, quien toma en serio a los juegos, en
el nivel de calificar y juzgar, solo es un pequeño porcentaje del cine, porque,
después de todo, no todo el que juega se pone a medir los cuadros por segundo
(Frame rate) del mismo modo que no todo cinéfilo cuestiona el uso de film o de cámaras
digitales. Por desgracia, en la actualidad, todos creen estar capacitados para
hablar de eso al comentar los videos de YouTube.
No sé en qué punto una persona puede hacerse llamar experto
en algún tema, por eso no sé si considerarme experto en videojuegos. Sé mucho,
por supuesto, pero hay quien podría responder mejor muchas de las preguntas de
las que yo podría. La clave, para dominar un tópico, es no dejarse llevar por
suposiciones u opiniones arbitrarias. Hay que saber recibir, corroborar y
analizar información para evitar distorsionar lo que nos llegar. Es por eso que
los expertos en computación eran vistos como un montón de niños “nerds” que
salían poco de su casa por jugar con su computadora. La gente escuchaba que
esos se la pasaban apretando botones en vez de hacer algo productivo, aunque
ahora son gente admirada y temida por sus capacidades. Las falsas opiniones
hicieron que esos nerds y los “gamers” (cómo odio ese término) sean sub
especies humanas de los ancianos que solo ven como nos entretenemos frente a
una pantalla. Claro, no estoy diciendo que esté bien pasársela frente a una,
pero sí digo que está mal juzgar los gustos de otros. Todo exceso, en cualquier
sentido es malo, no hay excepciones.
En internet, la Meca de la hostilidad, está llena de
comentarios llenos de odio hacia los gustos de cualquiera; si tuviera una
moneda por cada comentario antirreligioso tendría un Ferrari y viviría en la
misma calle que Carlos Slim y Bill Gates. El anonimato es la base del
libertinaje y la falta de razón en las redes, permitiendo que los usuarios
muestren un rostro lleno de extremismo. De pronto, en algún rincón ser gamer es
la máxima forma de inteligencia, mientras que, en otro lado, amar las películas
de Quentin Tarantino es una característica de superioridad, olvidando por
completo los elementos que son importantes de tomar en cuenta. Por eso inicié
hablando sobre el arte que son los juegos, un medio de expresión, para retratar
y para expresar pensamientos e ideas. Su principal razón de existir es
entretener y el segundo es vender, pero puede ser utilizado para contar muy
buenas historias, para manipular al equipo favorito de futbol o para preguntarnos
a nosotros mismos si seríamos capaces de desconectar a nuestra mejor amiga que
se encuentra sufriendo en un hospital.
Erick Ayala
No hay comentarios:
Publicar un comentario