Acerca de la experiencia poética en lo no dicho de Wittgenstein
y la diferencia como modo de existencia de lo estético
En esta ocasión centraremos el interés en aquello de lo que no se puede hablar, que existe y que aunque no se puede hablar de ello se puede mostrar.
Desde luego estos conceptos refieren directamente a Wittgenstein, trataremos de abordar la postura del autor desde el ensayo de Luis Villoro “Lo Indecible en el Tractatus” dirigido un poco a la experiencia y la creación poética y/o estética.
Comenzaremos hablando un poco sobre “el milagro artístico” Según Villoro es allí donde reside el origen de lo místico. Para Wittgenstein el asombro ante la existencia del mundo es que exista lo que existe, “este asombro no se puede decir en forma de pregunta ni tampoco hay una respuesta para él, todo lo que se pueda decir de este asombro requiere una experiencia a priori, un sentido.”
Es decir, se puede hablar de los objetos del mundo en un lenguaje figurado que refiere a un objeto pero no lo define, se puede hablar de aquello que existe en el mundo pero no decir lo que es, estas son proposiciones lógicas, la lógica llena el mundo donde habitan los objetos sin definirlos, es el espacio por así decirlo. Hasta aquí se ocupa un lenguaje en relación al uso, a lo práctico, que aunque no define, ni explica, describe de un modo tal que puede ser entendido aunque no mostrado.
“Los límites de mi lenguaje se refieren a los límites de mi mundo”
partiendo de ello no nos sería posible entonces describir aquello que no podemos decir en términos del mismo lenguaje, sin embargo puede ser expresado y demostrado en los mismos términos, es decir, una proposición lógica sólo puede decir cómo es tal cosa, no lo que es, allí es donde se encuentra el porque no es posible definir la poesía, en términos de lenguaje, en los diccionarios no se encuentra aquello que es, sino cómo es, si aceptamos hablar de la poesía como un objeto del mundo. (Sabemos que no lo es.) Aquello es un referente que está encaminado a una acercamiento muy general de aquello que no se puede explicar.
La experiencia poética, la creación poética residen pues en lo que no se puede decir, de allí que lo lingüísticamente expresable, (nótese que el término utilizado es “expresable” de “expresado” de “expresión” no descripción, ni definición) refiere lo que el sujeto (poeta) en términos lingüísticos pudo expresar de lo indecible en términos de su propia voluntad; entendida ésta desde Schopenhauer: como la visión de mundo del sujeto, a saber, el modo único en el sujeto percibe los hechos del mundo.
Para Wittgenstein el mundo es un hecho que por sí mismo es contingente, es decir, que bien puede ser del modo en que lo conocemos o puede ser de otro; o bien puede o pudo no ser, en esa contingencia, si sólo es posible lo representable en figuras, la existencia de la poesía como un hecho contingente del mundo desde luego no es posible; porque lo estético es un valor que de suyo no es comprobable, ni verdadero, ni falso; sabemos que para Wittgenstein lo que no se puede decir está fuera del mundo, no es un hecho del mundo, es lo que él llamó “lo místico” un saco infinito donde cabe la religión, la ética y la estética, estos son valores absolutos que están fuera de los límites, es decir, fuera del mundo, valores absolutos de los que no se puede decir lo que son aunque puede decirse lo que no son y además, a diferencia de las proposiciones lógicas si pueden ser mostrados; que delimitan el mundo sin ser propiamente el límite.
¿Cómo, (por todos los cielos), sabemos que la poesia cabe en lo místico?
Ello es lo que no se puede decir, pero Wittgenstein nunca dijo lo que era aquello, sólo se limitó a decir oraciones negativas. El sin sentido dos como lo nombra Villoro es donde caen las oraciones ilucidatorias y son éstas las que hablan lo indecible.
Ahora, bien, como lo dice Villoro “la oraciones de sentido dos trata de traducir en palabras lo dado en una visión irrepresentable, a intentarlo fracasan pero ese fracaso [...] refiere al otro aquello que puede esperar verlo por sí mismo sin decirlo.
El sentido dos debe poder señalar lo que debemos buscar en el mundo, es decir, que aunque de algún modo refiere algo que no está en el mundo, esto lleva a ver el mundo con sus limitantes, comprender que lo que no se puede decir ni es el límite pero está dentro de él
Refiere también a una transposición de lo que no se puede decir con el referente, con los hechos del mundo, es decir, experiencias transpuestas en hechos concretos explicables en el mundo pero no descriptivos, aunque nada se puede decir de ello se muestra en contraposición con lo que sí se puede decir, expresado en un lenguaje distinto del cotidiano.
Tal sólo puede captarse a través de los sentimientos y la voluntad, de allí que el acto poético sea un acto volitivo es sus dos acepciones: voluntad como la capacidad humana de decidir libremente por algo y como visión del mundo, por último, está dirigida a la voluntad del receptor a través de dicho contraste.
La diferencia como modo de existencia de lo estético
Según Villoro una vez que aceptamos que sólo comprendiendo la paradoja, es decir, solo después de la mejor compresión del sin sentido, sólo entonces accedemos a la visión “correcta del mundo” “Porque sólo entonces dejamos de buscar en los hechos representables la diferencia de las pseudoproposiciones y se nos puede mostrar algo análogo en el todo irrepresentable”
Rocío Berenice Ortiz Garcia “Rose”
Referencias:
https://www.google.com.mx/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&cad=rja&uact=8&ved=0ahUKEwihxZ2NjprLAhUGmIMKHTGsDB0QFggaMAA&url=http%3A%2F%2Fcritica.filosoficas.unam.mx%2Fpg%2Fes%2Fdescarga.php%3Fid_volumen%3D143%26id_articulo%3D963&usg=AFQjCNGLkleIzhKx2SkVZaF_UmTa4p-WwA&sig2=8-QhYEUEFb3Dq2yECpEVzg&bvm=bv.115339255,d.amc
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